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Álvaro Uribe Vélez

El Capitán se Hunde con el Barco

 

Arturo Hernandez                                                                                        07/ 07/ 2015

El Capitán siempre se hunde con su Barco… reza el Mito y el salobre Código de Honor. Aun cuando refiriera la idealización del Deber en las inmediaciones del peligro y de la muerte, aquellos que aún creemos en la inesperada virtud de la justicia colombiana, podemos afirmar que no existe algo así como el "Deber Ideal" en la obra de Álvaro Uribe Vélez y sin embargo, la esperanza de ver al capitán hundirse con su barco se dibuja cercana, pero por desgracia, no inminente.

 

     La metáfora a la que se recurre aquí, no es más que una excusa para hablar abiertamente de la necesidad de entablar procesos judiciales definitivos que le permitan al estado colombiano aclarar los recurrentes señalamientos que se le hacen al expresidente. Esto conlleva evidentemente a un proceso claro y transparente, con garantías para el ahora senador. La deuda que tiene la justicia colombiana con el pueblo, debe ser solventada con premura.

 

     Este es un ejercicio de crítica que intentará ser objetivo (y no). Al decir que nos queda la esperanza de ver a la justicia obrar en el caso Uribe, no me refiero a una animadversión particular por la persona y la figura pública que representa, sino a la necesidad política que tiene el país de esclarecer los crímenes y condenar a los criminales.

 

     Resultó una colosal sorpresa que el nombre de Álvaro Uribe Vélez fuera laureado con el título de "El Gran Colombiano", aun cuando grandes figuras (Jaime Garzón, Patarroyo, García Márquez, Rodolfo Llinás) de la historia nacional fueran puestas a competir por el voto colombiano en ese burdo concurso de televisiòn.

 

     Ahora bien, en un artículo titulado Se le estrechó el cerco a Uribe, escrito por Juanita León y publicado en el periodico virtual La Silla Vacía, se hacen referencias directas (y muy oportunas) a los procesos judiciales que enfrentan la mayoría de los funcionarios más cercanos al expresidente durante su mandato, y cito:

 

     “La semana pasada llamaron a declarar a su comandante del Ejército. Hace un mes, capturaron a su secretario general y a dos de sus ministros. Su Comisionado de Paz está investigado y su ex ministro estrella y ex pre candidato presidencial condenado y en el exilio. Su reciente candidato presidencial también está en la mira de la Fiscalía. Hoy se filtra la noticia de que su ex directora del DAS colaborará con la justicia (aunque ella lo niega) y en un mes serán imputados dos de su guardia pretoriana: Edmundo del Castillo y César Mauricio Velásquez”.

 

     ¿Pero de quienes son esos nombres? Bueno, se trata de la mafia política de Uribe que, aquí sin embargo, llamaremos tristes marionetas. Además, en el mismo artículo es posible informarse sobre muchas otras irregularidades que sucedieron durante el mandato Uribe y que también pueden rastrearse con facilidad en diversos medios y en muchos artículos que aluden a “el circulo de Uribe”, “La casa de Nari” y los miles de vericuetos escabrosos por los que se esconde una historia publica jamás contada pero que pronto podría significar el hundimiento del dicho capitán.

 

     Sucede que el barco (pirata) político ya está parcialmente hundido y esto podemos contrastarlo con la situación de las últimas elecciones. En la práctica y como lo ha mencionado Juan Gabriel Vásquez en su lucida columna en El País, titulada El país que imaginamos y temimos; una vasta cantidad de los votantes no dieron su voto a favor de Santos, sino en contra de Uribe; lo cual por demás es triste y desgracia el alma política del país. Cuando en una nación se hace insostenible el quehacer político y éste se vende a la ignorancia descarada de la (confiscada) opinión pública que respeta más el clientelismo, la demagogia y la idea del menor mal, entonces hemos llegado a una corrupta utopía de la desgracia.

 

     Ya bien lo decía Perez Galdós hace más de cien años:

 

     "Los dos partidos que se han concordado para turnarse pacíficamente en el Poder, son dos manadas de hombres que no aspiran más que a pastar en el presupuesto. Carecen de ideales, ningún fin elevado los mueve; no mejorarán en lo más mínimo las condiciones de vida de esta infeliz raza, pobrísima y analfabeta”.

 

     ¿Pero es que son acaso dos partidos políticos? No en realidad. Cortados por la misma tijera, pertenecen a una misma raza mentirosa y corrupta. No obstante, nuestros actores politicos (tristemente) fielmente, representan las palabras de Galdós.

 

     Ahora bien, el capitán Uribe ha dirigido su navìo con total impunidad en un mar de politiquería, una empresa de interceptación criminal de comunicaciones entre altos funcionarios de la corte suprena y lo que resulta más deleznable acaso, la interceptación de comunicaciones de escritores y periodistas de la oposición (como si de un Estado Totalitario se tratase). Entre otros elementos se encuentran también los nexos con el paramilitarismo, y la participación en el nacimiento de las Bacrim.

 

     Por todo esto y mucho más (ver citas y fuentes), los que creemos en la inesperada virtud de la justicia colombiana podemos aguardar en el gran muelle, a que finalmente este barco (pirata) se hunda con estretipo. Y cada delito, cada criminal, cada cómplice resulte imputado con toda el rigor (sin miramientos con esta inefable cantidad de asquerosos) de la ley.

 

     Los que aún aguardamos a la conformación de un estado transparente (por inocente que esto parezca), podemos prefigurar a través de la imaginación el momento exacto en el que el barco pirata de Uribe se hunda para siempre con toda su línea de marionetas y parias, y el capitán -¡Salve Capitán!- se hunda con su Barco y la mar del olvido inexpugnable, borre también toda huella de su obra criminal.

 

 

Bogotà D.C, 2015

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